REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Con la invitación que Jesús hace en el Evangelio de Mateo: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados”, Francisco afirmó -en la catequesis jubilar del 13 de noviembre-, que la inclusión refleja el actuar de Dios, que no excluye a nadie de su designio amoroso de salvación, sino llama a todos.
Y explicó que si por el sacramento del bautismo, nos convertimos en hijos de Dios y en miembros del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, “como cristianos, estamos invitados a hacer nuestro este criterio de la misericordia, con el que tratamos de incluir en nuestra vida a todos, recibiéndolos y amándolos como los ama Dios”.
El obispo de Roma dijo que “así evitamos encerrarnos en nosotros mismos y en nuestras propias seguridades”, porque “el Evangelio nos impulsa a reconocer en la historia de la humanidad el designio de una gran obra de inclusión que, respetando la libertad de cada uno, llama a todos a formar una única familia de hermanos y hermanas, y a ser miembros de la Iglesia, cuerpo de Cristo”.
Francisco pidió “que el Señor Jesús, que a todos recibe con sus brazos abiertos en la cruz, nos ayude a crecer como hermanos en su amor y a ser instrumentos de la misericordia y ternura del Padre.
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