Aconsejar, amonestar y enseñar sin considerarnos mejores que los demás

Sistema de Información del Vaticano

(RV).- ¿Nos hacemos examen de conciencia para ver si también nosotros, a veces, podemos resultar molestos a los demás? Es fácil señalar las faltas de los otros, pero tendríamos que aprender a ponernos en su lugar. Ésta y otras afirmaciones lanzó el Obispo de Roma en la Audiencia General para la reflexión de los fieles, con el fin de explicar otras tres obras de misericordia espirituales a las que estamos llamados los cristianos, a saber, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, corregir al que se equivoca y enseñar al que no sabe:

«Sufrir con paciencia los defectos del prójimo». "Sucede que a veces, las personas molestas son las más cercanas a nosotros, –  dijo hablando en italiano- entre los parientes siempre hay alguno, en el lugar de trabajo no faltan, y tampoco en el tiempo libre". "¿Qué debemos hacer con las personas molestas? También nosotros muchas veces somos molestos a los demás. ¿Por qué de entre las obras de misericordia fue incluida también está?". "En la Biblia,  – comenzó diciendo en nuestro idioma – Dios se muestra como un Dios paciente y misericordioso, que soporta los lamentos de su pueblo. También Jesús fue paciente durante los tres años de su vida pública. Esta obra de misericordia espiritual está relacionada con otras dos: corregir al que se equivoca y enseñar al que no sabe. Supone un gran esfuerzo ayudar a otros para que crezcan en la fe y caminen en la vida".

«Corregir al que se equivoca» y «enseñar al que no sabe». Tras haber recordado, a partir de un pasaje del Libro del Éxodo, cómo Dios ha sido paciente con el pueblo, el pontífice condujo a los fieles a la realización del examen de conciencia con el fin de que se aprenda, en primer lugar, a ponerse en el lugar de los demás, e invitando a observar a Jesús durante sus tres años de vida pública, invitó a pensar en el episodio de la madre de Santiago y Juan, que pidió que sus hijos se sentaran uno a su derecha y otro a su izquierda en el Reino de los Cielos, mientras que Jesús, en cambio, aprovechó esa situación para enseñarles y corregirles. 

«Aconsejar, amonestar y enseñar sin considerarnos mejores que los demás» Luego, el Obispo de Roma se refirió a las veces que encontramos a personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales, y explicó que esto a menudo sucede porque ellas no han encontrado a alguien que les estimule a la búsqueda de la apreciación de los tesoros verdaderos: "el Reino de Jesús no es un reino de poder ni de gloria como los terrenales,  – recordó – sino de servicio y donación a los demás. Por ello enseñar a mirar hacia lo esencial es una ayuda determinante, en especial en un tiempo como el nuestro que parece haber perdido la orientación".

Finalmente, Francisco subrayó que poner en acto estas tres obras de misericordia de aconsejar, amonestar y enseñar no debe llevarnos a considerarnos mejores que los demás, sino que deben impulsarnos a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes con lo que pedimos a los demás.

"Los animo a poner en práctica las obras de misericordia, corporales y espirituales, para que todos podamos experimentar la presencia y ternura de Dios en sus vidas", concluyó.

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)


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