01 AÑO DE LA FORMACIÓN ENERO 2015






AÑO   DE   LA   FORMACIÓN
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I.- CONOCE TU FE: ¿Qué es el Año Litúrgico?
II.- CRISTOLOGÍA: Evangelio de Marcos.
III.- PASTORAL: Conflictos humanos en la pastoral.















I.- CONOCE TU FE.

¿Qué es el Año Litúrgico?   

Se llama Año Litúrgico o año cristiano al tiempo que media entre las primeras vísperas de Adviento y la hora nona de la última semana del tiempo ordinario, durante el cual la Iglesia celebra el entero misterio de Cristo, desde su nacimiento hasta su última y definitiva venida, llamada la Parusía. Por tanto, el año litúrgico es una realidad salvífica, es decir, recorriéndolo con fe y amor, Dios sale a nuestro paso ofreciéndonos la salvación a través de su Hijo Jesucristo, único Mediador entre Dios y los hombres.

En la carta apostólica del papa Juan Pablo II con motivo del cuadragésimo aniversario de la constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia, del 4 de diciembre de 2003, nos dice que el año litúrgico es “camino a través del cual la Iglesia hace memoria del misterio pascual de Cristo y lo revive” (n.3).

El Año Litúrgico tiene dos funciones o finalidades:

a) Una finalidad catequética: quiere enseñarnos los varios misterios de Cristo: Navidad, Epifanía, Muerte, Resurrección, Ascensión, etc.

El año litúrgico celebra el misterio de la salvación en las sucesivas etapas del misterio del amor de Dios, cumplido en Cristo.

b) Una finalidad salvífica: es decir, en cada momento del año litúrgico se nos otorga la gracia especifica de ese misterio que vivimos: la gracia de la esperanza cristiana y la conversión del corazón para el Adviento; la gracia del gozo íntimo de la salvación en la Navidad; la gracia de la penitencia y la conversión en la Cuaresma; el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte en la Pascua; el coraje y la valentía el día de Pentecostés para salir a evangelizar, la gracia de la esperanza serena, de la honestidad en la vida de cada día y la donación al prójimo en el Tiempo Ordinario, etc. Nos apropiamos los frutos que nos trae aquí y ahora Cristo para nuestra salvación y progreso en la santidad y nos prepara para su venida gloriosa o Parusía.

En lenguaje más simple: el Año Litúrgico honra religiosamente los aniversarios de los hechos históricos de nuestra salvación, ofrecidos por Dios, para actualizarlos y convertirlos, bajo la acción del Espíritu Santo, en fuente de gracia divina, aliento y fuerza para nosotros:

En Navidad: Se conmemora el nacimiento de Jesús en la Iglesia, en el mundo y en nuestro corazón, trayéndonos una vez más la salvación, la paz, el amor que trajo hace más de dos mil años. Nos apropiamos de los mismos efectos salvíficos, en la fe y desde la fe.
Basta tener el alma bien limpia y purificada, como nos recomendaba san Juan Bautista durante el Adviento.

En la Pascua: Se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sacándonos de las tinieblas del pecado a la claridad de la luz. Y nosotros mismos morimos junto con Él, para resucitar a una nueva vida, llena de entusiasmo y gozo, de fe y confianza, comprometida en el apostolado.

En Pentecostés: Se conmemora la venida del Espíritu Santo, para santificar, guiar y fortalecer a su Iglesia y a cada uno de nosotros. Vuelva a renovar en nosotros el ansia misionera y nos lanza a llevar el mensaje de Cristo con la valentía y arrojo de los primeros apóstoles y discípulos de Jesús.

Gracias al Año Litúrgico, las aguas de la redención nos cubren, nos limpian, nos refrescan, nos sanan, nos curan, aquí y ahora.

Continuamente nos estamos bañando en las fuentes de la salvación. Y esto se logra a través de los sacramentos. Es en ellos donde celebramos y actualizamos el misterio de Cristo. Los sacramentos son los canales, a través de los cuales Dios nos da a sorber el agua viva y refrescante de la salvación que brota del costado abierto de Cristo.

Podemos decir en verdad que cada día, cada semana, cada mes vienen santificados con las celebraciones del Año Litúrgico. De esta manera los días y meses de un cristiano no pueden ser tristes, monótonos, anodinos, como si no pasara nada. Al contrario, cada día pasa la corriente de agua viva que mana del costado abierto del Salvador. Quien se acerca y bebe, recibe la salvación y la vida divina, y la alegría y el júbilo de la verdadera liberación interior.

El Año Litúrgico, ¿cuántos ciclos tiene?

Tiene dos:

1. Ciclo temporal cristológico: en torno a Cristo.
2. Ciclo santoral: dedicado a la Virgen y los santos.

A su vez, el ciclo temporal cristológico tiene dos ciclos:

1. El ciclo de Navidad, que comienza con el tiempo de Adviento y culmina con la Epifanía.
2. El ciclo Pascual, que se inicia con el miércoles de ceniza, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual y culmina con el domingo de Pentecostés.

El ciclo de Navidad: comienza a finales de noviembre o principio de diciembre, y comprende: Adviento, Navidad, Epifanía.

a) Adviento: tiempo de alegre espera, pues llega el Señor. Las grandes figuras del Adviento son: Isaías, Juan el Bautista y María. 

Isaías nos llena de esperanza en la venida de Cristo, que nos traerá la paz y la salvación. 
San Juan Bautista nos invita a la penitencia y al cambio de vida para poder recibir en el alma, ya purificada y limpia, al Salvador. 
Y María, que espera, prepara y realiza el Adviento, y es para nosotros ejemplo de esa fe, esperanza y disponibilidad al plan de Dios en la vida. 

¿Qué color se usa en el Adviento? Morado, color austero, contenido, que invita a la reflexión y a la meditación del misterio que celebraremos en la Navidad. No se dice ni se canta el Gloria, estamos en expectación, no en tiempo de júbilo. 

Durante el Adviento se confecciona una corona de Adviento; corona de ramos de pino, símbolo de vida, con cuatro velas (los cuatro domingos de Adviento), que simbolizan nuestro caminar hacia el pesebre, donde está la Luz, que es Cristo; indica también nuestro crecimiento en la fe, luz de nuestros corazones; y con la luz crece la alegría y el calor por la venida de Cristo, Luz y Amor.

b) Navidad: comienza el 24 de diciembre en la noche, con la misa de Gallo y dura hasta el Bautismo de Jesús inclusive. En Navidad todo es alegría, júbilo; por eso el color que usa el sacerdote es el blanco o dorado, de fiesta y de alegría. Jesús niño sonríe y bendice a la humanidad, y conmueve a los Reyes y a las naciones. Sin embargo, ya desde su nacimiento, Jesús está marcado por la cruz, pues es perseguido; Herodes manda matar a los niños inocentes, la familia de Jesús tiene que huir a Egipto. Pero Él sigue siendo la luz verdadera que ilumina a todo hombre.

c) Epifanía: el día de Reyes es la fiesta de la manifestación y revelación de Dios como luz de todos los pueblos, en la persona de esos reyes de Oriente. Cristo ha venido para todos: Oriente y Occidente, Norte y Sur, Este y Oeste; pobres y ricos; adultos y niños; enfermos y sanos, sabios e ignorantes.

El ciclo Pascual comprende Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual, y Tiempo Pascual.

a) Cuaresma: es tiempo de conversión, de oración, de penitencia y de limosna. No se dice ni se canta el Gloria ni el Aleluya. Estos himnos de alegría quedan guardados en el corazón para el tiempo pascual. Se aconseja rezar el Via Crucis cada día o, al menos, los viernes, para unirnos a la pasión del Señor y en reparación de los pecados.

b) Semana Santa y Triduo Pascual: tiempo para acompañar y unirnos a Cristo sufriente que sube a Jerusalén para ser condenado y morir por nosotros. Es tiempo para leer la pasión de Cristo, descrita por los Evangelios, y así ir sintonizando con los mismos sentimientos de Cristo Jesús, adentrarnos en su corazón y acompañarle en su dolor, pidiéndole perdón por nuestros pecados. Estos días no son días para ir a playas ni a diversiones mundanas. Es una Semana Santa para vivirla en nuestras iglesias, junto a la comunidad cristiana, participando de los oficios divinos, rezando y meditando los misterios de nuestra salvación: Cristo sufre, padece y muere por nosotros para salvarnos y reconciliarnos con su Padre y así ganarnos el cielo que estaba cerrado, por culpa del pecado, de nuestro pecado.

c) Tiempo Pascual: tiempo para celebrar con gozo y alegría profunda la resurrección y el tiempo del Señor. Es la victoria de Cristo sobre la muerte, el odio, el pecado. Dura siete semanas; dentro de este tiempo se celebra la Ascensión, donde regresa Cristo a la casa del Padre, para dar cuenta de su misión cumplida y recibir del Padre el premio de su fidelidad. En Pentecostés, la Iglesia sale y se hace misionera, llevando el mensaje de Cristo por todo el mundo.

El ciclo Santoral está dedicado a la Virgen y a los santos:

Cada uno de los Santos es una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo. Así dijo el papa Juan XXIII en la alocución del 5 de junio de 1960. Por eso, celebrar a un santo es celebrar el poder y el amor de Dios, manifestados en esa creatura. 

Los santos ya consiguieron lo que nosotros deseamos. Este culto es grato a Dios, pues reconocemos lo que Él ha hecho con estos hombres y mujeres que se prestaron a su gracia. “Los santos, –dirá san Atanasio- mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si siempre estuvieran celebrando la Pascua” (Carta 14).

Este culto también es útil a nosotros, pues serán intercesores nuestros en el cielo, para implorar los beneficios de Dios por Cristo. Son bienhechores, amigos y coherederos del Cielo. Así lo expresó san Bernardo: “Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. La veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo” (Sermón 2).

Tenemos que venerarlos, amarlos y agradecer a Dios lo que por ellos nos viene de Dios. Son para nosotros modelos a imitar. Si ellos han podido, ¿por qué nosotros no vamos a poder, con la ayuda de Dios?

Sobre todos los santos sobresale la Virgen, a quien tenemos que honrar con culto de especial veneración, por ser la Madre de Dios. Ella es la que mejor ha imitado a su Hijo Jesucristo. Además, Cristo, antes de morir en la cruz, nos la ha regalado como Madre.







II.- CRISTOLOGIA.
Evangelio de Marcos.


Evangelio de San Marcos.  Evangelio del catecúmeno

INTRODUCCIÓN

Cada uno de los evangelistas nos da una perspectiva de Cristo; cuatro caminos para llegar al corazón del Evangelio.

Marcos es el Evangelio más antiguo y más breve de los cuatro. De él se servirán Mateo y Lucas. El Evangelio de Marcos es una catequesis, un manual básico para los catecúmenos. Es decir: es un Evangelio hecho para esos miembros de la comunidad que comenzaban su itinerario cristiano.

Marcos se propone escribir el “principio” de la Buena Nueva de Jesucristo y levantar el velo sobre la identidad de Jesús. Hizo falta mucho tiempo para que esta identidad sea reconocida por los discípulos y por el pueblo, pues esperaban un Mesías triunfante y no sufriente. Marcos quiere despertar en el catecúmeno, y en nosotros, la misma profesión de fe que Pedro dirá (cf. Mc 8, 29) frente a Jesús que revela su identidad con los hechos de su autoridad, de sus milagros y de sus actitudes. La consigna de silencio que Jesús impone (secreto mesiánico) es para decirnos que quiere recorrer el camino, no de la gloria, sino de la humillación y de la cruz, para salvar a los hombres.

TESIS: El Evangelio de san Marcos se dirige a probar que Jesucristo es Hijo de Dios; por eso, se dedica sobre todo a narrar milagros. El Cristo que presenta Marcos no es un Mesías triunfalista y coronado de victoria, sino un Cristo que va derecho a la cruz. Por eso, el secreto mesiánico de Marcos quiere dar a entender que a Cristo no le interesan la fama ni el prestigio, sino la humildad y el anonadamiento. A san Marcos lo pintan con un león, porque empieza diciendo que Jesús ayunaba en el desierto y las fieras le hacían compañía.

EXPLICACIÓN DE LA TESIS:

1. Autor, fecha y destinatarios.

La tradición lo identifica con Juan Marcos, natural de Jerusalén, primo de Bernabé y compañero de éste en su primer viaje apostólico. No forma parte de los doce apóstoles. También lo presenta como compañero e intérprete de Pedro en la comunidad de Roma.

Este Evangelio se escribió en Roma hacia el año 70, ya que hay datos que sugieren una comunidad que desconocía algunas costumbres judías, y el texto contiene latinismos y alusiones al horario y al derecho romano, equivalencias entre las monedas hebreas y romanas.

Marcos escribió su Evangelio para los fieles de Roma, provenientes del paganismo.

2. Características literarias

a) Está escrito en griego vulgar o común, con construcciones sencillas.

b) Su fuente: recuerdos y predicación de Pedro.

c) Marcos presenta las enseñanzas de Jesús con un lenguaje sencillo y con un esquema catequético basado en la presentación de los hechos históricos de Jesús, en su persona histórica: vivió como hombre auténtico, murió y resucitó y trazó unas directrices misioneras al grupo de sus seguidores.

d) Viveza y realismo: el lector se mete rápido en escena. Son escenas en presente, con detalles propios de un testigo presencial de los hechos

e) No tiene detalles cronológicos ni precisión en la geografía. En lo periodístico es directo y simple, utiliza verbos típicos, frases cortas.

f) Usa muchas palabras latinas: censo, centurión, denario, legión, etc.

3. División y contenido temático.

Hay una estructura geográfica:

1. ¿Cómo es la presentación que hace Marcos sobre la persona de Jesús?

2. Su evangelio responde a dos cuestiones fundamentales y comprometedoras para sus seguidores: Quién es Jesús y en que consiste ser discípulo de Jesús.

Según San Marcos ¿Cómo deben ser los discípulos de Jesús?

Predicación de Juan (1, 1-13) Ministerio en Galilea (1, 14-9) Ministerio en Judea (10-12) Discurso escatológico (13) Pasión y triunfo (14-16)

Y hay también una estructura teológica bien clara:

a) Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías: (1-8)

Introducción y hechos preparatorios: 1, 1-13 Revelación de Jesús y ceguera de los discípulos: 1, 14 al 3, 6 Revelación de Jesús e incomprensión de parientes y paisanos: 3, 7 al 6,6 Revelación de Jesús y reconocimiento inicial de los discípulos: 6,6 al 8,39

b) Características de Jesús Mesías-sufriente e Hijo de Dios: (9-16)

En camino hacia Jerusalén: anuncios de la pasión: 8, 31 al 10, 52 
En Jerusalén: revelación de Jesús como juez y Señor del Templo: 11,1-13.27 Pasión, muerte y resurrección: revelación de Jesús en plenitud: 14, 1-16.8 
Apéndice: misión de los discípulos: 16, 9-20

4. Contenido teológico y espiritual

Finalidad del Evangelio de Marcos: Demostrar que Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios, el vencedor del poder de Satán, acreditando esto con sus milagros; que padeció, murió y resucitó. Pero un Jesús incomprendido y rechazado por los hombres, no un Jesús de triunfos humanos.

Claves para entender a Marcos:

a) En la comunidad de Marcos predominan los no judíos, que se reunían en las casas para celebrar el culto y tener catequesis. Marcos es quien más subraya las tradiciones misioneras. Es una comunidad organizada para evangelizar.

b) Se planteaba ya el tema de la persona de Jesús. Quizá este planteamiento estuvo originado por las circunstancias difíciles (persecuciones de Nerón) que atravesaban los cristianos entre los años 60-70. 

Marcos presenta a Jesús como Mesías, Hijo de Dios, condenado a muerte y resucitado.

c) Además están surgiendo ya algunos movimientos heréticos, que insistían en Jesús resucitado, comunicador del Espíritu. Y no valoraban las tradiciones históricas de Jesús de Nazaret.

* Contenido:

a) Iglesia: Presenta una Iglesia, en cuyo centro está la persona de Jesús. Desde esta aceptación de la persona de Jesús la comunidad cristiana recibe iluminación para las vivencias concretas que atraviesa, aunque sean duras.

b) Jesús: El misterio del Mesías doliente: El Jesús de san Marcos es el Jesús de la Pasión: insiste mucho en la perspectiva del sufrimiento y de la cruz. 

Presenta a Jesús en dos escenarios: en Galilea y en Jerusalén. Destaca especialmente la humanidad de Jesús. Este Jesús no pronuncia grandes discursos; fundamentalmente actúa.

Frente a Jesús hay que definirse: O con Él o contra Él. Si acepto a Jesús, acepto su cruz y sus exigencias. Es curioso ver en el Evangelio de Marcos cómo al inicio del ministerio de Jesús estaba rodeado de mucha gente, y poco a poco el círculo de sus discípulos se estrecha más y más.

Camino hacia la Cruz: La confesión de Pedro (8, 27-30) marca el final de una etapa y el Evangelio realiza un giro importante: disminuyen los milagros, aumentan las enseñanzas de Jesús, quien se dirige a un círculo siempre más pequeño. Lo que más salta a la vista es mostrar que su Mesianismo no tiene el aire triunfal que sus discípulos se esperaban, sino que el camino del Mesías es un camino “hacia Jerusalén”, donde será entregado en las manos de sus enemigos que lo crucificarán.

Jesús y sus discípulos: con ellos siguió un itinerario de fe.

* Los llama:

Dios llama a quien ama (cf. 3, 13), desde cualquier condición y realidad (cf. 1, 16-20); llama personalmente, por su nombre; llama para estar con Él y darles una misión (cf. 3, 14); llama a ir en pos de Él, recorriendo su camino, exigiendo confianza en su persona (cf. 1, 17).

* Los forma:

Esta formación pasa por varios estadios. Primero les va abriendo los ojos para que comprendan quién es Él (cf. 4, 11-12). 

Luego, el discípulo reconoce su situación de ignorancia (4, 13; 4, 40; 6, 52; 8, 17; 9, 32); los discípulos no comprenderán el misterio de Jesús hasta que no hayan recorrido todo el camino hasta la cruz. 

Más tarde, viene el paso de compartir los momentos de vida de Jesús, sus jornadas, sus enseñanzas.

Finalmente Jesús se dedica más a la formación del seguimiento, insiste sobre la entrega de sí hasta la profesión de fe en el Mesías sufriente.

Marcos narra la pasión y muerte de Jesús para decir a todos que no tengan miedo a la persecución ni al fracaso aparente, pues es el camino obligado del discípulo para llevar a cabo la misión. Los personajes de la Pasión toman partido o con Él o contra Él.

* Los envía:

Los llama a ser predicadores confiados y audaces del Evangelio. Esta instrucción misionera se transforma en llamada insistente a acoger la Palabra, a proclamar sin miedo su fe en Cristo resucitado y exaltado en la Gloria de Dios.

CONCLUSIÓN

¿Cómo pueden vivirse hoy las enseñanzas de Marcos? Leamos el Evangelio de Marcos a la luz de Jesús viviente. Marcos nos describe a un Jesús en presente: va, pasa, dice, mira...¡Cristo sigue viviendo! Marcos nos invita también a abrir los ojos para que reconozcamos su presencia en nuestra vida ordinaria. 

Finalmente nos compromete a dar testimonio de Cristo en medio de los sufrimientos y persecuciones; incluso, a dar la vida por Él, si fuera necesario.

ORACIÓN:

Señor, de la mano de san Marcos, te pedimos nos abras los ojos para comprender que tú no eres un Mesías de triunfos fáciles y sonados, sino un Mesías de ignominia y de cruz. Que nunca nos escandalicemos de Ti; al contrario, danos la gracia de dar nuestra vida por ti, si fuera necesario. Queremos seguirte hasta la cruz, y desde allí, triunfar contigo. Amén.






III.- CONFLICTOS HUMANOS EN LA PASTORAL.

1.-     CUANDO SE ROMPE EL EQUILIBRIO DE LA VIDA
P. Francisco Merlos.



Nadie pone en duda que el conflicto es una experiencia dolorosa. Desgasta y agota, oprime y desequilibra, sacude y rompe la seguridad, oscurece la mente y quiebra la armonía que se creía tener. Querer darle una explicación resulta inútil. Volverle la espalda o huir de él, convierte a las personas en cobardes. Cerrar los ojos y decir que no existe, quita las posibilidades de vivir con dignidad. Pretender reprimirlo para que no salga a flote, es tanto como desangrarse lentamente con el riesgo de dejar la vida en el camino.

El conflicto causa temor a quienes lo padecen y al que sufre sus consecuencias. Nadie puede asegurar que tiene todos los hilos en la mano, cuando el conflicto lo visita. Lo normal es que nos sorprenda, robe la paz y haga perder serenidad. Tiene una fuerza poderosa para destruir la estabilidad y el equilibrio de la vida. Suele venir acompañado de angustia y turbación, de aturdimiento e indecisión, de duda e impotencia.

Existen ciertas actitudes básicas cuando llega el conflicto:

a).- La de aquellos que ven en él la derrota total y el fracaso irremediable. “No hay nada que hacer”, “todo termino para nosotros”, son frases preferidas.

b).- Esta tan bien la de quienes entran en un volcán de desesperación e impaciencia. “Hay que salir de esto cuanto antes”. “Esto no puede sucederme a mí”, suelen pensar.

c).- La de aquellos que le da lo mismo tener conflictos que no tenerlos. No pierden el sueño ni el hambre, no se preocupan por nada. No reaccionan. Esperan que el tiempo o un milagro le resuelva su situación. 

d).- Y finalmente esta los que dan la cara al conflicto sin perder la serenidad, pero poniendo en juego sus capacidades, sus talentos, su creatividad y su espíritu de lucha. 

El conflicto tiene poder para atar o desatar a las personas. La ata cuando caen en sus trampas y se dejan esclavizar por falta de intrepidez, lucidez o esperanza; la desata cuando las pone en movimiento para cambiar hacia la madurez y para buscar la verdad que da sentido a la vida.

Algo que sorprende es: ¿Por qué si el conflicto está presente a lo largo de la vida entera, siempre somos víctimas de su poder desbastador? ¿Por qué su frecuente aparición nonos hace más sabios para no sucumbir ante su fuerza demoledora? Porque, pensándolo bien, todos los conflictos se parecen y actúan de la misma forma en el espíritu de las personas; surgen, lastiman, dejan su huella y se van de la misma manera en que llegaron.

¿No sería mejor detenernos ante su presencia inesperada, mirarlos de frente, dialogar con ellos, reconocer su temible poder, pero también demostrarles que no son invencibles? ¿No ganaríamos más aceptándolos como una realidad ciertamente amenazante e incómoda, pero capaz de impulsarnos a una lucha que lleve a descubrir la razón de nuestra existencia en este mundo?





2.- LO QUE ENTENDEMOS POR CONFLICTO



Dicen los especialistas que el conflicto es como un choque o un golpe fuerte que sufren unas realidades cuando se enfrentan con otras. Puede darse entre objetos (una silla y una mesa), entre elementos de la naturaleza (el calor y el frío), entre individuos, grupos sociales o naciones, así como dentro y fuera de la persona. Ese enfrentamiento normalmente produce un fuerte sacudimiento, hace perder el equilibrio, quita la tranquilidad y pone a las personas en estado de alerta para no dejarse destruir.

El conflicto puede tener un sentido negativo y otro positivo.

El Sentido negativo es una fuerza destructora que impide el desarrollo y progreso de las personas; las encierra en un callejón sin salida y no les permite emplear sus talentos y energías en algo de provecho.

En sentido positivo, el conflicto manifiesta la vocación de la persona al combate y a la lucha, por medio de las cuales responde a los numerosos retos que se le presentan para poder sobrevivir y realizarse como ser humano.

El conflicto es una experiencia natural del ser humano. Toda la vida está envuelta en el conflicto. Se nace en el conflicto y se muere en él. El llanto al nacer es el primer conflicto de la vida. Y a medida en que la persona se desarrolla, va viviendo conflictos de toda clase, que debe enfrentar y superar si no quiere sucumbir. La muerte es el último conflicto de la persona.

De esta lucha brota la conflictividad como característica propia del ser humano. La conflictividad es un componente sin el cual la persona no puede vivir, pues así como respira, ama y sufre, también es conflictiva. Ser problemático no es, por tanto, ningún defecto, sino una gran oportunidad para realizar cosas grandes en la vida.

En realidad el conflicto es la experiencia permanente de una tensión que vivimos:

  • Entre lo que somos y lo que queremos ser.
  • Entre nuestros proyectos y fracasos.
  • Entre los ideales y la modesta de lo cotidiano.
  • Entre el yo y los otros.
  • Entre la interioridad personal y la comunicación.
  • Entre nuestras capacidades y sus escasos resultados.
  • Entre el tiempo y la eternidad.

El conflicto es, al mismo tiempo, una vocación, una experiencia y un reto. Nadie puede escaparse de él, pero tampoco puede dejarse destruir por él.

¿Es el conflicto una bendición o maldición, una debilidad o fortaleza, una amenaza u oportunidad? Todo va a depender de la forma como nos situemos frente a el.





3.-   DE DÓNDE NACEN LOS CONFLICTOS.


Si quisiéramos decir con una solo palabra la causa y el origen de la mayoría de los conflictos humanos, tendríamos que decidirnos por la palabra DIFERENCIA.

Sí, definitivamente allí está la primera y más profunda raíz de nuestras experiencias conflictivas. Diferencia, diversidad, divergencia, discrepancia, son expresiones más parecidas que nos ayudan a entender la fuente de los conflictos.

Existen numerosas diferencias que explican el porqué de los conflictos. Algunas de las más frecuentes son éstas:

  • La diferencia de mi propia persona como distinta a todas las demás.
  • La diferencia en las formas de ver e interpretar la vida.
  • La diferencia en los criterios de comportamiento.
  • La diferencia en la manera de pensar.
  • La diferencia en las opciones que se hacen.
  • La diferencia en los valores que se asumen, como base de la vida.
  • La diferencia de generaciones.
  • La diferencia para entender la verdad.
  • La diferencia de raza, sexo, cultura, creencias, educación, nacionalidad, ideología, política…

En esas y otras muchas diferencias está la raíz de nuestra riqueza personal. Por ellas somos personas únicas y originales en el mundo. De ellas nos viene lo que se llama nuestra identidad.

Nuestro problema comienza:

  • Cuando pretendemos que lo nuestro se convierta en regla para todos.
  • Cuando no reconocemos a los demás su derecho a ser diferentes como lo somos nosotros.
  • Cuando queremos imponer a los demás cargas insoportables.
  • Cuando buscamos que los otros sigan nuestro camino, como si fuera el único.
  • Cuando somos intolerantes al ver que otros viven su libertad de modo diferente al nuestro.

Ésta es la pólvora que hace explotar la vida en mil conflictos que crean sufrimiento, inseguridad, malestar, rivalidad y a veces hasta muerte.

Una sana actitud para prevenir, superar o evitar conflictos inútiles ser ésta: busquemos la armonía, no a pesar de que somos distintos, sino más bien gracias a que somos diferentes. La diferencia es la mayor riqueza que cada uno tiene y la fuerza superior que nos lleva a compartir lo nuestro con los demás. Ser diferente a veces es un problema, pero también es una gran ventaja.




IV.- EN TODOS LOS CAMPOS DE LA VIDA HAY CONFLICTOS.


Lo más importante no es que los conflictos estén allí, sino las actitudes con las cuales los enfrentamos. De manera frecuente vemos cómo mucha gente sale perdiendo en los conflictos, cuando en realidad podría salir ganando. Resulta herida cuando podría salir triunfadora. Al menos ganaría en experiencia y sabiduría.

La razón principal por la que salimos perdiendo en los conflictos es la actitud equivocada que adoptamos frente al conflicto. Por ejemplo.

  • Sentirnos derrotados antes de que sucedan.
  • Creernos incapaces de superarlos.
  • No tener el valor para reconocerlos como verdaderos conflictos. Los disimulamos.
  • Echarle la culpa a otros cuando surgen.
  • Pensar ingenuamente que con el tiempo se van a resolver.
  • Huir de ellos para no complicarnos la vida.
  • Esperar que otros nos lo resuelvan, olvidando que son nuestra responsabilidad.
  • Impacientarnos cuando no se arreglan tan rápido como queremos.
  • Dejar salir nuestra agresividad por la molestia que nos causan.

Actitudes así nos convierten en víctimas y nos colocan en un camino seguro para vivir hundidos y arruinados, amargados o resentidos.

Por eso vale la pena armarnos interiormente de las fuerzas necesarias para salir siempre ganando en todo  conflicto que aparezca en nuestra vida. 

  • Necesitamos serenidad interior.
  • Confianza en nosotros mismos, pues nadie ha nacido para ser incapaz.
  • Mirar al futuro con la esperanza de que son posibles los cambios.
  • Aceptar los conflictos como grandes oportunidades para crecer como personas.
  • Convencernos de que luchar no es perder el tiempo, aunque no consigamos pronto lo que buscamos con nuestro esfuerzo.






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