Jornada Misional por y para los Enfermos





      

"Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados. La ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó a muchos demonios"                                     (Mc 1,32-34) 

La celebración anual de la Jornada mundial del enfermo (ahora nosotros en esta séptima misión parroquial) tiene como objetivo manifiesto, sensibilizar al Pueblo de Dios ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos: ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento.

Hay muchas acciones que emprender o potenciar, pero ante todo es preciso comprometer toda la fuerza evangelizadora que le dé sentido y solución al dolor, al sufrimiento, a la enfermedad, en el contexto de la salvación integral.

"Los testigos de la cruz y de la resurrección de Cristo han transmitido a la Iglesia y a la humanidad un específico Evangelio del sufrimiento. El mismo Redentor ha escrito este Evangelio ante todo con el propio sufrimiento asumido con dolor para que el hombre "no perezca, sino que tenga vida eterna". Este sufrimiento, junto con la palabra de su enseñanza, se ha convertido en un rico manantial para cuantos han participado en los sufrimientos de Jesús en la primera generación de discípulos y confesores y luego e las que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos"                             (Salvifici Doloris 25,c)


"Es menester pues que a la cruz del calvario acudan idealmente todos los creyentes que sufren en Cristo, especialmente quienes sufren a causa de su fe en el Crucificado y Resucitado, para que el ofrecimiento de sus sufrimientos acelere el cumplimiento de la plegaria del mismo Salvador por la unidad de todos. Acudan también allí los hombres de buena voluntad, porque en la cruz está el "Redentor del Hombre", el Varón de dolores, que ha asumido en sí mismo los sufrimientos físicos y morales de los hombres de todos los tiempos, para que en el Amor puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor y las respuestas a todas sus preguntas"              (SD 25)

"Con María, Madre de Cristo, que estaba junto a la cruz, nos detenemos ante todas las cruces del hombre de hoy" y en sus manos de Salud de los Enfermos, depositamos con fe y amor la acción pastoral renovada del Sacramento de Unción de los Enfermos"   (SD 25 y 31)

En nuestra parroquia, preparamos con mucha dedicación y celebremos con entusiasmo esta Misión Parroquial que también es de nuestros hermanos que están enfermos y Adultos Mayores.

El Enfermo o el Anciano misionero es quien, corresponsable en la obra misionera de la Iglesia, ofrece con alegría y paciencia el dolor y soledad, fruto de su condición de enfermedad o ancianidad, para la redención de todos los hombres.  Es un cristiano que ora por la propagación del Evangelio en toda la tierra y por la conversión de los que no conocen a Cristo.

Ofrece su dolor por la santificación de los misioneros de todo el mundo, especialmente por nuestra Parroquia María Auxiliadora y de los agentes de pastoral que trabajan con los enfermos y ancianos.

Cristo es el es el Siervo doliente que asume el dolor de los enfermos: "fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades. El castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salvación" (Is 53,3). Su sufrimiento no es  un sufrimiento inútil y estéril, sino que a través de él, logra nuestra salvación: "Vengan a mí todos los que están agobiados y fatigados que yo los aliviaré"    (Mt 11,28).

Es Misionero… Jesucristo nos ayuda a enfrentar el sufrimiento  positivamente, lo hizo medio de purificación, madurez, solidaridad, de una sana relación de ayuda. Como Jesús, el enfermo está llamado a vencer y a trascender el dolor, enfrentándolo con fe, asumiéndolo con alegría y convirtiéndolo en sacrificio por su propia redención y por la salvación del mundo entero. Los enfermos, los que tienen grandes limitaciones, los que están reducidos e inmóviles en el lecho del dolor, pueden ser activos colaboradores de Jesucristo, como dijo San Pablo: "Completo en mi carne lo que le falta a la Pasión de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia." (Col 1,24).

Dice Juan Pablo II: "Es preciso que a la cruz del calvario acudan todos los creyentes que sufren en Cristo, para que el ofrecimiento de sus dolencias acelere el cumplimiento de la plegaria del Salvador por la unidad del mundo y la salvación de todos".

Es más: el ejemplo y el testimonio de los enfermos cristianos, puede iluminar a los hombres de buena voluntad para que se acerquen a la cruz del Redentor, el cual ha asumido sobre sí los sufrimientos físicos y morales de todos los hombres de todos los tiempos, para que en su amor entregado y crucificado puedan encontrar el sentido a su existencia, la motivación para la ofrenda de su dolor y la respuesta a sus inquietudes y preguntas.

¿Qué hace un enfermo misionero? 

1.- Hace de su enfermedad y sufrimiento, un medio de santificación, sintiéndose partícipe de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo a la que está vinculado desde el Bautismo y a través de la Eucaristía.

2.- Ofrece diariamente su dolor por la propagación del Evangelio en toda la tierra, junto con sus oraciones por las misiones y misioneros del mundo, por todos los que asisten, visitan y acompañan a los enfermos en todo el mundo.

3.- Acepta y ofrece con paciencia y alegría, sus sacrificios, angustias, soledad, limitaciones y otras circunstancias de cada día por todas aquellas personas que aún no conocen a Jesucristo y por su conversión.

4.- Testimonia con su ejemplo vivo e irradia su fe, su esperanza y caridad a los miembros de su propia familia, a sus amigos y a los otros enfermos.

5.- Se une a Jesucristo con la oración, con la práctica de los sacramentos (unción de los enfermos, reconciliación y eucaristía) y se ofrece diariamente como hostia viva al Padre Dios, en el cáliz del sufrimiento y de las limitaciones de su enfermedad o edad.

6.- Siente la cercanía maternal de la Virgen María quien, de pie junto a la cruz, contribuyó como ninguna en la obra de nuestra redención desde su propio sacrificio, y se encomienda a ella con sentido filial. Por eso reza el santo rosario.

7.- Medita y profundiza los misterios de la vida, pasión y muerte y resurrección del Señor, principalmente a través de la lectura diaria de la Biblia, para encontrar en ellos la fortaleza para luchar contra todo lo que pueda ser ofensa a Dios o al prójimo.

8.- Es él también, apóstol para otros enfermos, orando por ellos, apoyándolos en su enfermedad mediante cartas, llamadas telefónicas, visitas si le es posible.

9.- Ofrece su dolor por la santificación y perseverancia de los misioneros,  y de los agentes pastorales que trabajan con enfermos y ancianos en todo el mundo, especialmente los de la parroquia.


10.- Ruega por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, de personas comprometidas con la evangelización y especialmente de la atención pastoral de los enfermos y ancianos.
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