La reputación de esta escritora británica, que recibirá el Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales el próximo 20 de octubre, no se debe tanto al valor de sus aportaciones a la historia de las religiones como a la capacidad con la que ha aprovechado el interés del público por comprender el fenómeno religioso.
Hay que reconocer una cosa a Karen Armstrong: escribe bien. Y además, como sus libros son voluminosos y vienen acompañados de una prolija bibliografía, el lector que los frecuenta tiene la impresión de que en sus páginas hallará la última verdad sobre la religión. Pero, para ser sinceros, se termina su lectura sin saber qué entiende Armstrong por religión ni a qué se refiere cuando habla de Dios, porque emplea esos conceptos de una manera general, confusa y poco rigurosa.
La concesión del Premio Princesa de Asturias muestra, sin embargo, que ha sabido tocar hábilmente las fibras adecuadas. Sus lectores occidentales, imbuidos por lo políticamente correcto, quedan satisfechos con la religión a la carta que propone la pensadora británica y encuentran en sus páginas lo que desean: que Occidente no comprende el islam y que el yihadismo reacciona frente a la imposición de valores occidentales; así como motivos para criticar las instituciones religiosas.
Otro rostro de Dios
La trayectoria de la propia Armstrong reproduce también el cliché religioso posmoderno y su insatisfacción ante las religiones positivas. Educada como católica, ingresó en un convento, pero al cabo de siete años lo abandonó hundida emocionalmente. Escribió un primer libro en el que arremetía contra la religiosidad católica. Fue un escándalo y su primer éxito de ventas. Pero tras profundizar en la historia de las religiones, explica, descubrió otro rostro de Dios, más benigno y flexible, que la reconcilió definitivamente con lo que según ella es la verdadera fe religiosa.
Pero Armstrong no es teóloga, y eso lo nota quien se aproxima a sus obras. Espiga de aquí y de allá; agavilla hechos históricos y anécdotas que le interesan, y del rico y denso caudal cultural de las religiones selecciona aquello que apoya su idea light de la fe y lo que sabe que puede impactar en el homo religiosus de hoy, ese que, como ella, busca desesperadamente consuelo en el atiborrado bazar de las religiones.
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