El Papa ha expresado su “cercanía espiritual a todos los han sufrido el terremoto en México” y “su oración por los que han perdido la vida y también por sus familias”, así como por las víctimas del huracán Irma, que el Papa asegura seguir de cerca.
Al terminar la Misa de beatificación de Mons. Jesús Emilio Jaramillo y el sacerdote Pedro María Ramírez, el obispo de Villavicencio, Mons. Óscar Urbina Ortega ofreció unas palabras de agradecimiento al Papa Francisco: “Su visita, su presencia, su palabra, nos anima a ser levadura de reconciliación en esta tierra donde hemos vivido por largos años conflictos armados”.
El prelado ha manifestado al Papa su gratitud: “Gracias Santo Padre, por animarnos a la tarea de echar sobre nuestros hombros, sin temor alguno, la responsabilidad de engendrar un nuevo País desde esta tierra que llama a la esperanza”.
Al término de las palabras de Mons. Urbina, los miles de participantes en el enorme campo de Catam gritaron al unísono: “¡Francisco, amigo, Colombia está contigo!”.
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Palabras de Mons. Óscar Urbina Ortega, Obispo de Villavicencio
Santo Padre, “es hermoso ver bajar de la montaña los pies del mensajero de la paz” (Is. 52,7). Vuestra Santidad nos ha animado a volver a la amistad, a recorrer el puente que nos comunica con la misericordia del Padre celestial y a abrir las puertas de los corazones para caminar con nuestros hermanos en este inmenso mar verde y ser custodios agradecidos y comprometidos, con el cuidado de la Creación.
Usted prolonga los pasos de tantos misioneros Jesuitas, Dominicos, Franciscanos, Agustinos, Capuchinos, Redentoristas, Javerianos, Monfortianos, Misioneros de la Consolata, Misioneras de la Madre Laura e Hijas de la Sabiduría y sacerdotes diocesanos de la Arquidiócesis de Bogotá, que, bajando también de la cordillera sembraron las primeras semillas del Evangelio en esta tierra.
Su visita, su presencia, su palabra, nos anima a ser levadura de reconciliación en esta tierra donde hemos vivido por largos años conflictos armados y donde tenemos una responsabilidad especial de ser custodios del tesoro de la Amazonía.
Gracias por habernos enseñado a mirar hoy la vida, la historia, la Creación con los ojos nuevos de la gratitud que ensancha y alegra el corazón.
Gracias por ser pedagogo del encuentro en una sociedad que por las discordias y enemistades vive el miedo y la desconfianza.
Este encuentro es entonces para nosotros una bendición, para los niños y jóvenes que esperan un futuro de paz, para los abuelos que desean seguir comunicando el tesoro de su sabiduría, para los indígenas habitantes ancestrales de estas tierras, para los colonos que huyendo muchas veces de la violencia encontraron aquí un refugio para sobrevivir, para los campesinos y Afrocolombianos que prolongan con su trabajo la posibilidad de ser tierra de promisión, para los empresarios y los gobernantes que tienen hoy una gran responsabilidad en la tarea de buscar y construir el bien común.
Gracias Santo Padre, por animarnos a la tarea de echar sobre nuestros hombros, sin temor alguno, la responsabilidad de engendrar un nuevo País desde esta tierra que llama a la esperanza.
Reciba el saludo agradecido de todas las personas que, tanto de la administración pública como de nuestras comunidades parroquiales, de nuestras diócesis y vicariatos, han preparado con cariño y dedicación este encuentro que el Señor nos ha permitido realizar. Gracias Santo Padre.
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